Superada la APLV

En entradas anteriores como «Dieta libre de Lácteos» os explicaba cómo llevábamos el tema de la alergia a la proteína de leche de vaca (APLV). Ahora puedo por fin decir que a sus 2 años y medio la ha superado.

La verdad es que para nosotros ya era completamente normal y lo que en un principio parecía una odisea al final ha resultado ser toda una experiencia enriquecedora para reconducir nuestra alimentación por un camino más saludable (la de todos).

Y es que después de aprender a leer de un sólo vistazo todas las etiquetas, acabas optando por comprar alimentos menos procesados y acudiendo a comprar a tiendas ecológicas.

Mi hijo es un niño completamente sano, sin ninguna carencia y lo ha sido sin necesidad de tomar un sólo lácteo (exceptuando la lactancia materna hasta los 23 meses). Lucero ya había normalizado la situación y él mismo decía que la leche «le hacía pupa» y por eso no podía comer según que cosas.

En las analíticas de sangre seguía saliendo un pequeño porcentaje de alergia a la leche de vaca, pero los pricks eran negativos. Así que desde el gabinete de alergia del hospital nos citaron durante toda una mañana a la prueba de provocación. Consistía en dar leche en cantidades crecientes, midiendo temperatura, saturación de la sangre y tensión después de cada toma durante 5h. Después se hacía seguimiento en casa y en caso de cualquier incidencia había que comunicarla a su pediatra. A la semana se le volvía a hacer análitica de sangre.

Los resultados de la analítica salieron igual que la anterior, pero como no había habido incidencias graves nos dijeron que daban por superada la alergia. Justamente coincide con lo que dicen las estadísticas… lo superan casi todos los niños alrededor de los 2 años.

Ahora le estamos introduciendo poco a poco pero… No le gusta!!! No quiere ver los yogures ni la leche de vaca. Eso sí… El otro día pilló chocolate de un cumpleaños y ahora dice que es su comida favorita. Él único chocolate que había comido era el negro y decía que estaba malísimo, ahora es otra historia!

¿Y vosotros? ¿Habéis tenido alguna complicación con algún alimento?

El fin de nuestra lactancia

La OMS recomienda 6 meses de lactancia materna exclusiva y al menos hasta los dos años completamentada con otros alimentos. Yo me he quedado en las puertas porque nuestro caso ha sido de 23 meses.

Como ya conté hace tiempo, fue muy difícil instaurar la lactancia materna exclusiva con Lucero. Después apareció la intolerancia a la proteína de leche de vaca y también tuve que hacer dieta libre de lácteos hasta el día que finalizó nuestra lactancia.

No me hubiera imaginado llegar tan lejos y tampoco me imaginaba que sería tan fácil el destete.

En ese momento estaba embarazada. Había leído mucho sobre la compatibilidad de embarazo y lactancia, estaba decidida a hacerlo pero… Cuando nos dijeron que venían mellizos empecé a dudar. Me molestaban los pechos, estaban más sensibles, sufrí algunas noches la famosa «Agitación por amamantamiento», sin embargo, para mi seguían sumando más los beneficios. Lucero es un niño muy independiente y además… No sabe estar relajado. La teta era milagrosa, era nuestro momento, me abrazaba mientras mamaba y si era hora de dormir quedaba rendido al momento.

A pesar de ello, no me veía amamantando tres niños a la vez y todos en nuestra cama. Además, a mi marido le empezaron a llenar la cabeza de que era peligroso para el embarazo aunque sea falso. 

Así que le montamos en su habitación una cama baja, le hizo mucha ilusión y él mismo pedía ir a dormir allí. Yo le daba pecho y cuando se dormía me volvía a mi habitación (y tenía que volver al menos un par de veces… Porque eso de dormir del tirón no es su fuerte).
Durante esos días le empecé a contar que la teta estaba cansada y me puse una tirita. ¡¡Y vaya si le caló la idea!!! Una noche me dijo: «La teta está rota» y ya no volvió a pedir. Se durmió después de dar mil vueltas en la cama y manosearme el pecho. Me quedé alucinada, por primera vez en casi 2 años había conseguido dormirlo sin el pecho. Mi hijo que no podía vivir sin su teta… Que se ponía nervioso e impaciente cuando llegabamos a casa por tomar su toma porque desde hacía tiempo teníamos pactado que la teta sólo se podía tomar en casa. 

Al tercer día vi que iba en serio, hasta le decía a los desconocidos que su mamá tenía las tetas rotas… Porque así es él de extrovertido, acaba de empezar a hablar y me mete en estas historias, no me quiero ni imaginar más adelante! Reconozco que lloré y sentí pena, sentía que había perdido mi bebé. Echaba de menos (y echo de menos) la lactancia. 

Sin lugar a dudas mi gran baza para el destete fue el embarazo. Había entrado en el segundo trimestre y según había leído la producción de leche disminuye o incluso desaparece. De ahí que mi hijo estuviera tan convencido de que la teta estaba rota, si no, no hubiera sido tan sencillo y seguro que hubiera sido prologada durante mucho tiempo. 

Sin embargo al final me he quedado sin lactancia y sin embarazo. Un duro golpe que me va a costar mucho tiempo para aceptarlo. Además, desde que estuve en el hospital Lucero no quiere dormir sólo en su habitación y ha vuelto a nuestra cama… Pero no me importa, me encanta que se duerma acurrucado y con su mano en mi pecho. Ya volverá a su cama cuando él quiera, sin prisas. 

 Espero que mi experiencia pueda ayudar a otras madres. ¿Qué experiencia tenéis? ¿Habéis vivido un destete? Por cierto, para que luego digan que se despiertan más veces con el pecho… ¡Lucero sigue con los mismos despertares!

Mi experiencia con BLW

Baby-led weaning es el término inglés que se utiliza para designar la iniciación en la alimentación complementaria dirigida por el bebé.

No existe una traducción “oficial” al español, podríamos hablar de alimentación autorregulada. Se trata de no darle al bebé ni papillas ni purés, sino de ofrecer los alimentos que ellos mismos puedan gestionar y comer de forma autónoma, así de sencillo.

Cuando estaba embarazada ni oí hablar del tema, ni me planteaba que existía esta opción. La primera vez que lo vi fue en un taller al que me apunté de alimentación. Me abrió los ojos, todo parecía tener una lógica aplastante y tuve claro que cuando cumpliera Lucero los requisitos querría probarlo.

Muchos lo consideran una moda,  pero los triturados no existían antes… ¿No será que los purés en realidad eran una moda?

Información.

Lo primero que hice fue informarme. Informarme mucho. Asistir si hay la posibilidad de talleres presenciales, lecturas como «Se me hace bola», «El niño ya come sólo » y «Mi niño no me come «. También hay en Facebook grupos como «BLW de buen rollo» y blogs como «Mami Natura»

El comienzo.

Tuvimos un problema principal, y es el pánico que tenía mi suegra a que se atragantara,  ella se negaba a seguir este método. Con ella se queda Lucero hasta las 4 de la tarde. Así que en un principio a la hora de la comida ella sólo le daba leche materna. El resto de las comidas las hacía con nosotros con BLW.

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Lucero con 6 meses.

Al mes, cuando ya veíamos que dominaba mejor, mi suegra le daba de comer papillas.  Esto lo hicimos porque teniamos miedo de que al principio se confundiera,  ya que una papilla directamente la tragas y unos trocitos antes tiene que masticarlos. Así que hemos acabado con BLW mixto, aunque cuando se lo da, le insistimos en que no le fuerce y coma sólo lo que quiere.

En la actualidad.

Ahora Lucero tiene casi 10 meses, cuatro meses con la alimentación complementaria y podemos adelantar que estamos encantados.

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Con 9 meses

Tiene sus predilecciones y sus días, pero no me preocupo nunca porque su alimento principal hasta el año sigue siendo la leche materna.  De hecho uno de los puntos que me daba «miedo» es que no comiera lo suficiente porque siempre ha ido justo de peso, pero precisamente está mejor que nunca.

Las críticas.

Como siempre hay opinólogos y nos hemos encontrado con todo tipo de críticas, sin embargo ahora que lo ven comer con mucha habilidad hasta las abuelas empiezan a fardar de cómo come su nieto!

La limpieza.

No os lo voy a negar, este punto es un caos!  Se ensucia y mucha comida acaba en el suelo. En el suelo pongo un plástico para que sea más fácil la limpieza.  Y la comida que no se come acaba para las mascotas (o para mi). Cuando hemos comido fuera le he dado puré o alimentos que sepa que no van a ensuciar mucho. Últimamente le doy mi comida con tenedor previamente cortada y se come la mitad de mi plato.

Atragatamientos.

Otro punto que me daba mucho apuro. Pero con información lo llevas mejor. Al principio los bebés el reflejo de arcada lo tienen bastante antes de llegar a la tráquea y lo hacen bastante.  Lucero él sólito echaba fuera lo que era demasiado grande. Ahora nunca lo hace,  alguna vez quizás pero lo mismo que nos ocurre a nosotros al comer.  Por suerte no he tenido ningún susto, pero estábamos al día con los primeros auxilios.

Mi opinión personal.

Está claro que todos los niños acaban comiendo sólidos tarde o temprano.  El hecho de no «viciar » la saciedad para prevenir una futura obesidad es lo que en un principio más me llamó la atención del método.  Sin embargo, al final la más beneficiada he sido yo misma. Antes comía realmente mal… Y con toda la información me he reeducado, porque al fin y al cabo nuestros hijos como mejor aprenden es del ejemplo.

Tampoco nos preocupamos de las papillas ni cuando comemos fuera porque ya come prácticamente lo mismo que nosotros. Además a Lucero le encanta la hora de la comida porque está como uno más en la mesa y se ve que disfruta del momento. Aunque tiene sus preferencias, siempre está abierto a probar cosas nuevas y rápidamente identifica las que ya conoce.

Respecto a su coordinación mano-ojo ha sido asombrosa.  Al principio le costaba hasta acertar en la boca y ahora hace la pinza perfectamente para llevarse un guisante a la boca.

Lo único que me agota es la limpieza,  pero todo son etapas y se que llegará el día que lo lleve mejor.  Ahora es momento de ensuciarse, explorar y aprender.

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Con casi 10 meses

¿Lo conocíais?  ¿Habéis prácticado este método?

Dieta libre de lácteos (APLV) II parte.

Continuo mi entrada anterior sobre Mi dieta libre de lácteos.

Cuando decidí hacer dieta estricta de productos con leche no imaginaba que podía ser tan complicado. No era consciente de todo lo que tendríamos que cambiar y adaptar en nuestro día a día. 

¿Cómo es posible que un tomate frito lleve leche?  ¿O un caldo de pescado?  Esos entre mil ejemplos más. No es suficiente con evitar la leche de vaca y sus derivados si no que también forma parte de muchos otros alimentos manufacturados. 

En el etiquetado además de comprobar que no incorpora «leche» en sus ingredientes también hay que evitar que contenga «Trazas de leche»  pues una pequeña partícula puede desencadenar una respuesta inmune,  al igual que hacen por ejemplo las vacunas. La intención de la dieta estricta es desensibilizar el sistema inmune para que «olvide» que tiene que «atacar» a la proteína de leche de vaca.

Las trazas de leche son pequeñas partículas lácteas que se cuelan en un producto que originariamente no lleva leche en su composición. Esto ocurre cuando las grandes fábricas con varias líneas de producto emplean la misma maquinaria para elaborar tanto los productos que llevan leche como los que no lo llevan.

La primera compra en el supermercado fue la más larga que había hecho nunca, para salir con el carro casi vacío.  Pero lo más difícil de identificar son los componentes que aparecen en esta lista:

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Al final aprendes a interpretar rápidamente el etiquetado, sospechar de casi todos los productos industriales y acudir a establecimientos ecológicos. Así te evitas que te vayas a encontrar todos esos aditivos y sabes lo que compras.

Desde el momento en que dejé de tomar leche los cólicos y los reflujos desaparecieron. Las deposiciones ya no fueron varias al día y no tenían moco.  A las pocas semanas los granitos de su cara ya ni existían. Estaba claro, no le habían hecho pruebas pero tenía claro que la leche le sentaba mal.

Con todas estas premisas e información a mano acudí a la pediatra  y le mandó realizar una analítica de sangre.  Había posibilidad de que saliera negativa, ya que pueden ser mediados o no mediados,  pero no me voy a meter más en la diferencias porque es un tema complicado.   El caso es que a Lucero le salieron aunque suaves,  positivas para alergia a algunas proteínas de la leche de vaca. De allí le mandaron al alergólogo y le hicieron unos pricks.

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pricks

En este caso salieron negativos.  Y la alergóloga nos pasó la lista que publiqué anteriormente y nos volverá a citar cuando cumpla el año. Hasta entonces seguimos con la dieta. Por mi parte por seguir dándole pecho y por parte de Lucero porque está con alimentación complementaria.

También tiene recetada leche hidrolizada, que está sometida a unos tratamientos para «romper» las proteínas que le provocan el problema.  La cubre al 100% la Seguridad Social y se la dan cuando no es posible alimentarle de mi leche.

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El objetivo de toda esta dieta es desensibilizar su sistema inmune y que en un futuro su cuerpo admita de nuevo leche. Me han dicho que entre un 70-80% se solucionan antes de los 3 años de edad. ¡Espero entrar en ese porcentaje!

Y aquí es bien cierto el refrán «No hay mal que por bien no venga.» Ahora toda la familia comemos sano y este verano voy a lucir y todo el bikini,  porque mi cuerpo ha agradecido este cambio de mentalidad.  Lucero en cambio por su parte pasó de percentil 3 a percentil 30 de peso.

Quizás encuentro más problema a la hora de comer fuera,  pero siempre digo que soy muy alérgica a la leche… que aunque es mentira, acabo antes que tener que  explicar que doy el pecho y de ahí mi hijo puede tener problemas y blablabla Siempre hay alternativas.

Y hasta aquí este episodio!  ¿Os apetece hacer dieta de leche?  😜

Dieta libre de lácteos (APLV)

A mis 30 años, nunca había hecho una dieta. Como mucho me había privado de picar entre horas y quitarme bollería (¡y para mi ya era bastante duro!).  Aunque no tenía sobrepeso,  estaba rellenita pero por suerte tenía un metabolismo bastante bueno para lo mal que comía. Había aprendido a aceptar mi culamen y cartucheras.

Sin embargo, mi lucecita me enseñó una vez más lo que una madre es capaz de hacer por su hijo.

Como ya expliqué en mi entrada de Luchando por la lactancia materna al final deducimos que la sangre en las heces era por la intolerancia a la proteína de leche de vaca. No obstante,  la historia no quedó ahí. Aunque el pecho «filtra» gran parte de lo que comemos, por la leche materna aún pasaba la proteína de leche de vaca que yo consumía. 

En diciembre, cuando tenía cuatro meses decidimos hacer nuestra primera escapada.  Pero fué un desastre.  Lloros incontrolados y quejidos continuos.  El responsable… ¡El bufet libre! Y es que cuando tengo tanta variedad me pongo a devorar aunque no tenga más hambre.

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Al pediatra se lo comenté y no le dio más importancia,  pero yo sabía que a mi bebé le pasaba algo, que esos lloros eran de dolor y empecé a comprobar que casi siempre eran al poco rato después de las tomas. Así que me informé por Internet y comprobé que Lucecita tenía una gran parte de los síntomas de  alergia a proteína de leche de vaca (APLV):

* Cutáneos: urticaria, eczema, rojez o palidez de la cara, edema.

* Digestivos: regurgitaciones, vómitos, estreñimiento, diarrea crónica (en niños lactantes), dolores abdominales (en niños pequeños).

* Respiratorios (en un 20-30% de los casos): tos sibilante, asma, dificultades para respirar.

Por suerte de los respiratorios no había nada,  pero su cuerpo estaba reaccionando también con otros síntomas que yo no los había relacionado o creía que era normal como los granitos que tenía siempre en sus mejillas (que me decían que eran «engordaderas»).  También tenía bastantes vómitos y hacía varias veces al día caquitas con moco. Pero según su pediatra era lo normal…

Después de leer todo decidí hacer dieta estricta.  Ni leche de vaca, ni siquiera trazas de leche.  Pensaba que sería sencillo, ¡Pero hasta lo menos esperado tiene trazas de leche!

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En la próxima entrada os cuento cómo nos fue y las pruebas que hicimos. Ahora me voy a disfrutar del buen tiempo con mi familia.  😊

¿Habéis oído hablar de este problema?

Luchando por la lactancia materna (II parte)

Continuo explicando mi lucha por la lactancia materna. 😉

Una vez en casa la situación no fue a mejor. Vivíamos pendientes del reloj con alarmas sin dejar que pasaran más de tres horas para darle de comer. La rutina siempre era la misma, intentar darle el pecho para después acabar dándole fórmula con una jeringa. Entre esas horas estaba con el sacaleches, estimulando mis pechos lo máximo posible.

Además tenía digestiones muy pesadas,  se notaba que le dolía la tripa y lloraba al poco de las tomas, no éramos capaces de consolarle…  Al final caía dormido de sueño y pasadas las horas reglamentarias volvíamos a pasarlo mal cuando veíamos que no se despertaba y más tarde no quería comer. Parecía una pesadilla que se repetía una y otra vez.

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A los cinco días de vida fuimos a urgencias,  la primera de muchas que vendrían después por diferentes motivos.  En este caso fue porque no paraba de llorar… ¡Y no sabíamos que hacer! Al llegar allí nos dijeron que mi bebé estaba hambriento y entre dos enfermeras a la fuerza le hicieron agarrarse al pecho.  Cuando digo a la fuerza, es literal… Apretando su cabeza contra mi pecho sin casi dejarle respirar mientras lloraba rabioso hasta que acabó cediendo. Lo recuerdo y se me ponen los ojos vidriosos.

Para mi marido ese día fue un antes y un después. Dejó de apoyarme en mi lucha por la lactancia materna,  se le partía el corazón al igual que a mi al ver su rechazo al pecho y relacionaba la pérdida de peso por los lloros constantes cuando se le ponía a mamar. Desde ese día dejé de intentar amamantarle delante de él,  y cuando lo intentaba insistía muy poco. Yo también me sentía muy culpable y caí en la depresión postparto.  Sólo tenía ganas de llorar y perdí tanto peso que me quedé más delgada que antes del embarazo.

Sin embargo yo continuaba con la esperanza de que se enganchara porque el instinto de buscar lo tenía muy desarrollado, el problema era que al momento de hacer la succión se enrabiaba y me soltaba. Decidí comprar el biberón calma de medela. Se supone que imita el pezón de la madre y la lengua la tiene que colocar igual para succionar. Los siguientes días los recuerdo borrosos entre lloros, biberones, sacaleches y esterilizadores.  Quería al menos conseguir una lactancia en diferido con el sacaleches, pero no sacaba la suficiente leche, a pesar de que nunca dejaba pasar más de dos horas entre extracción (ni por la noche). Mi estado de ánimo no debía ayudar.

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Durante estos días, Álex tuvo una conjuntivitis en un ojito porque tenia una obstrucción del lacrimal y también se resfrío. Su nariz estaba llena de moquitos que no le dejaban respirar bien. ¡Suero por todas partes para aliviarle!

A los 15 días todavía no había recuperado su peso inicial y el pediatra lo achacó a sus resfriados. Nos dijo que le diéramos de comer más a menudo,  pero si le forzábamos lo vomitaba. Ese mismo día en sus pañales vi hilos de sangre que continuaron los siguientes días. Me puse histérica.

Mientras esperábamos los resultados de los análisis de sus heces (tardaban cinco días) me puse en contacto con un grupo de lactancia por recomendación de una conocida sin mayores esperanzas. La asesora después de explicarle mi situación se ofreció a venir a mi casa y me recomendó que llevara a mi hijo a un osteopata especializado en bebés.

En cuanto a la cara de mi hijo,  se había recolocado aparentemente del todo pero nos pareció muy buena idea lo de llevarle a un profesional.  En la consulta del osteópata nos explicó la raíz de todos nuestros problemas. Álex tenía una contractura en la mandíbula. En esa misma sesión comenzó a masajearle su boca y también sus caderas porque aunque no lo había comentado también tiene una ligera displasia que están controlando los pediatras con ecografias.

¡¡Era tan lógico!!  Él sufrió en el parto y se desplazó su carita,  es normal pensar que tuviera una contractura en los músculos de su mandíbula.  ¡Eso explicaría por qué lloraba al pecho y le costaba tanto!

La asesora, al día siguiente vino a mi casa. Probó diferentes posturas con mucho cariño y al final se agarró.  Yo llevaba ya una semana sin intentarlo siquiera. Pensé que fue casualidad y que las siguientes tomas volvería con la batalla… Sin embargo ese día comencé la lactancia materna exclusiva.  No me olvidaré de la fecha,  29 de septiembre,  para mi fue un renacer.

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¿Y la sangre en las heces?  Los análisis salieron todos negativos, por lo que el pediatra sugirió que podía ser una intolerancia a la proteína de la leche artificial.  Como mi bebé había comenzado a mamar sin necesidad de tomar complementos esperamos a ver cómo salían sus deposiciones con lactancia materna exclusiva… ¡¡LIMPIAS!!

En 24h habíamos solucionado sus principales problemas. Me sentía eufórica y liberada. Por fin veía la luz. También me encontraba algo disgustada por no haber caído en la raíz del problema mucho antes (y que los pediatras tampoco se dieran cuenta).

A partir de ese día empezó a mamar cada vez con mucha más fuerza y ya no se retorcía de dolor en las digestiones.  Pobrecito…  Él sólo lloraba para explicar su malestar y no supimos interpretarle antes. Me estremezco de sólo pensar lo que debió padecer. Mi hijo no era un «vago».

Ahora a cinco días de cumplir los dos meses tengo un bebé muy feliz que no para de regalar sonrisas.

Ya no controlan su peso semanalmente, aunque es un bebé delgado va ganando lo que le toca. Eso sí…  ¡Siempre estoy controlando ese percentil 5 en el que está! Ahora lo tengo pegado a mi las 24h del día pidiéndome pecho para todo, hemos pasado a tal extremo que hasta no sabe dormir sin su teta. Sin embargo yo lo hago encantada. Es un niño un poco complicado la verdad, tiene mucho carácter, es nervioso y poco dormilón pero muy muy risueño.

Me he sorprendido a mi misma. Siempre lo había escuchado pero no eres consciente de lo que eres capaz de hacer por tu hijo hasta que lo vives.

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Una sonrisa suya es mi fuente de energía. 😊