Embarazada y de viaje

Hace ya unos cuantos días que nos fuimos mi marido y yo de viaje a Turquía. Había prometido contar mi experiencia y como dicen que más vale tarde que nunca, hoy me he animado a contar mi experiencia. Así de primeras os puedo decir que… ¡No me arrepiento!

El año anterior estuvimos a punto de viajar a este destino, pero por diferentes motivos, al final no pudo ser y nos quedamos con las ganas. Este año, la situación era muy diferente, podíamos hacerlo pero estaba embarazada. Los dos estábamos con la idea, pero hasta que no nos confirmaron que todo iba bien en la semana 12 de embarazo no nos decidimos a reservar. La mejor fecha coincidía con mi semana 21, que según había leído era un momento idóneo. Al comienzo del segundo trimestre las posibles molestias suelen desaparecer, se tiene más vitalidad  y la tripa todavía no es un gran impedimento. Además justo coincidía que cinco días antes me iban a hacer la ecografía morfológica, un motivo más por el que podría irme más tranquila de viaje.

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La impresionante Santa Sofía.

Contratamos una ofertaza en una agencia de internet de un tour por Turquía. Estaba casi todo organizado, normalmente vamos por libre, pero en mi estado quería tener cero complicaciones y tener todo atado. Después lo primero que me preocupó fue contratar un buen seguro de viaje a todo riesgo. 

Generalmente las aseguradoras ofrecen una cobertura hasta la semana 28 del embarazo aproximadamente, poco más de 6 meses, pues consideran que una mujer embarazada que viaja después de la semana 30, tiene un mayor riesgo de parto prematuro y por consiguiente no es recomendable. Hay que leer bien la letra pequeña de las aseguradoras. En mi caso, básicamente era muy similar a la que se tiene en un seguro de viajes normal, es decir, responsabilidad médica, perdida de equipaje y cancelación.

Mi ginecólogo y mi matrona evaluando mi historial médico, la etapa de gestación, mis antecedentes y destino, me aseguraron que no suponía ningún riesgo el viaje. Algo que en cada consulta recordé, no podía evitar sentirme insegura. Sin embargo, me incidieron en que recordara hidratarme, moverme, cuidar mi alimentación y llevar protección solar.  

Para viajar en avión las restricciones suelen ser las mismas que las de la cobertura del seguro. Te permiten viajar sin problemas normalmente hasta la semana 28 de embarazo (Mejor consultar antes del viaje las aerolíneas). Es conveniente llevar un certificado médico donde aparezcan las semanas de gestación y el visto bueno para realizar el viaje. En mi caso, no me hizo falta este certificado, a mis 21 semanas el ginecólogo consideró que simplemente con mi cartilla de embarazo era suficiente viajar. La verdad, es que en el viaje de ida todavía no era muy evidente mi tripa y… ¡Ni se daban cuenta de que estaba embarazada! En cambio 7 días después, mi tripa pegó un cambio radical y ya me cedieron el paso en las colas.

Otro tema que me preocupaba eran los arcos de detección de metales de los aeropuertos y después de mucho informarme me quedó claro que son totalmente inocuos y no suponen peligro alguno ni para tu salud ni para la de del bebé. La exposición a estas ondas es similar o incluso menor que la que tenemos en nuestro entorno habitual a través de ordenadores, microondas, telefonía, radiación solar, etc.

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En Turquía me sentí muy segura. Era un país limpio y aunque mi vejiga todavía no me jugaba malas pasadas, había baños por todas partes. La gente fue muy amable conmigo, y todavía más hacia el final del viaje cuando comenzó a hacerse evidente mi barriga de embarazada. Lo único malo fue que hicimos demasiados kilómetros en coche, es un país muy extenso y nuestro programa de viaje por querer abarcar muchas localizaciones, implicaba meterse unos buenos madrugones y horas en la carretera para visitar lo máximo posible.

Me quedé con las ganas de hacer el viaje en globo en Capadocia. Al estar embarazada viajar en globo lo tenía prohibido, sin embargo me conformé con las maravillosas vistas desde el suelo y mi marido se encargó de hacerme un buen reportaje de fotos. Diría que sólo fue eso lo que me diferenció de un viajero normal, aguanté con el mismo ritmo el viaje, e incluso me puse a gatear para entrar por galerías de la ciudad subterránea.

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Amanecer en globo.

Además mi pequeño no paró de recordarme en todo el viaje con sus pataditas cada vez más fuertes que todo iba bien. Creo que también le gustó el viaje. El próximo ya lo disfrutará desde fuera.